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martes, 13 de marzo de 2012

Diario de una Inquietud (cuatrigésima entrada)

CUATRIGESIMA ENTRADA

Como ya he dicho anteriormente no confiaba en las capacidades del dependiente de la tienda de fotografía, pero para mi grata sorpresa, aquel hombre había conseguido mucho más datos de los que esperaba recibir, aunque dio la impresión de que tuviese miedo de revelarme dicha información ya que nada más verme entrar en el establecimiento, despacho de manera brusca a la única cliente existente en la tienda para a continuación cerrar la puerta tras la mujer que extrañada miraba con incredulidad hacia el interior de la tienda.
-Pase por aquí.-me animó a que le siguiese hacia la zona de revelado.
Aquella era una habitación oscura iluminada por una tenue luz de color rojiza que delataba que muchas de las fotografías aún eran reveladas con viejos métodos.
-¿Sabe si le han seguido?-me miró con ojos vidriosos.
-¿Quien debería de seguirme?-repliqué riendo pese a que la pregunta me produjo un escalofrío atroz.
-Bien, bien.-se frotó las manos como si estuviese en una camara frigorífica.-Debo advertirle una cosa, una vez que yo le informé acerca de la foto, usted no volverá a pisar esta tienda.-me clavó la mirada en tono acusador.
-¿A qué viene eso?-quise mostrar tranquilidad.
-No sea haga el tonto.-me recriminó.-No sé en que clase de movida esta usted metido pero lo que tengo claro es que tras entregarme usted esa foto, apenas diez minutos más tarde, unos señores vestidos de chaquetas y armados con pistolas irrumpieron en la tienda pidiéndome que le mostrase la instantanea que usted me había dejado...-explicó.
-¿Y se la mostró?-mi inquietud fue en aumento en cuanto vi que aquello tomaba un cariz peligroso.
-No por supuesto. Por quien me toma.-se sintió dolido.-Tras echarle una ojeada a la foto cuando me la dejó me dio una sensación rara, por lo que la guardé bajo la caja registradora.-indicó.
-¿Y se fueron sin más?-indagué.
-No les engañé mostrándole una foto de un cliente anterior donde aparecía un perro.-respondió.
-¿Y se dieron por conformes?
-Si.-afirmó.-Así que rápidito que tengo ganas de librarme de esta historia.
-Pero yo...-quise explicarle.
-Calle y escuche.-me interrumpió.-No deseo saber más.
Silencioso escuché los datos exactos de la fotografía: fecha apróximada, tipo de camara, de luz, incluso a partir de estos datos consiguió dar con un dato concreto: Cuba. Por lo visto el aparato con el se tomó la foto era un clásico en la isla caribeña, aparte la luminosidad delataba mucho el lugar según el dependiente. Pero si había un dato clave, según aquel joven era que el tipo casa en la que se había realizado la imagen era de tipo colonial, además el acompañamiento de mujeres vestidas con trajes tradicionales cubano era lo que evidenciaba el lugar.
Le agradecí sinceramente aquella valiosa información, incluso para compensar el susto que se había llevado al ser asaltado por aquellos enigmáticos individuos quise comprarle una camara reflex de alta gama, pero se negó en absoluto, solo me pidió que le olvidará por siempre jamás.
Una vez con esta información decidí indagar a través de la embajada de Cuba, por ver si aparecía el nombre del tío abuelo que tanto quebradero de cabeza me estaba dando. No fue fácil lograr respuesta, puesto como todo el mundo sabe el gobierno comunista de Cuba, no es muy propenso a soltar información sobre los residentes, sin embargo, quizás por el hecho que sobre quien preguntaba era alguien fallecido hacia casi dos siglos, la información solo se demoró dos meses. Dos datos concretos aparecía en la carta que recibí: la fecha de nacimiento y el lugar: La Habana.
Con eso no me podía conformar, pues aquello no resolvía quien era  la señora que sostenía al niño entre los brazos, por lo que en un arranque de impulsividad compré dos billetes, para junto con Marian indagar más en la misma isla...
...Lo que no suponíamos que existiría: un contratiempo a causa del viaje en el embarazo...

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