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viernes, 20 de enero de 2012

Diario de una Inquietud (vigesimo sexta entrada)

VIGESIMO SEXTA ENTRADA

Las noticias de la televisión nos han hecho ver que a los secuestrados se les conduce a algún zulo, normalmente escondido en algún paraje de un bosque, o quizás escondido en un poligono industrial, pero eso evidentemente queda reservado para las bandas organizadas, no para un simple empleado de banca acompañado de un mendigo con aires agresivos. En mi caso, me tuve que encargar, al menos dos semanas antes del día D, (es decir el día en que llevaría a cabo el secuestro, nombrado de esta manera por mi afición a la historia de la Segunda Guerra Mundial) , en reservar una casa rural en el pueblo de Benamahoma a través de un portal de internet encargado de gestionar estos lugares llamado Alorústico.
El hecho de la elección del emplazamiento es que en aquel pueblo de la sierra de Cádiz podíamos pasar fácilmente desapercibidos, fuera aparte que no espera alargar mucho más de un fin de semana el secuestro, pues tan solo me interesaba que el testaferro del artista de la muerte me revelara donde se ubicaba este. Además ya que tendría que pasar largo rato despierto coaccionando a aquel hombre deseaba estar cómodo, ante todo sinceridad.
Si os ha podido parecer cutre este aspecto del plan, os parecerá perfecto en comparación a como se dio el secuestro en si. Sin lugar a duda yo había depositado demasiada fe en el buen hacer del croata, pero debería de haber previsto mejor las cosas y gestionar un plan de asalto mejor, porque tengo mis dudas de que quizás las camaras de seguridad de la urbanización donde residía nuestra victima hubiesen sido traspasada a la policia e identificada por tanto nuestra identidad. Pero para que lo comprendáis mejor os lo contaré tal como sucedió.
No fue hasta que le metí presión a Bedri cuando dijo que el secuestro se llevaria a cabo cuando yo creyese conveniente. El tipo había comenzado a vivir como un señor tras recibir el anticipo de tres mil euros que le dí en metálico tras una series de artimañanas con mi banco, aunque esa es otra historia. Yo pensaba que su idea de yo decidir el día resultaba fruto de haber trabajado en una investigación sobre la persona que ibamos a raptar: horarios, costumbres, horas de paso de la vigilancia privada de la urbanización, y un largo etcetera de detalles.
Pero si de algo se había encargado mi subordinado era de fundirse el dinero en putas y timbas de poker, aunque ese detalle lo conocí más tarde...Así que sin una organización nos plantamos un viernes por la tarde a las puertas del chalet del testaferro.
-Vamos allá.-me ofreció el croata unas medias de licra nada más apagar el motor del coche.
-¿Y para qué quieres esto?-le pregunté extrañado.
-¿Para que va a ser? No querer que te reconocozcan.-me miró como si mirase a un idiota marcando mucho las erres de cada palabra que la contenía.
-Tu has visto muchas peliculas.-protesté.-Me da a mi que no has hecho nada en este tiempo.-me quejé.
-No pensar tu que por diez mil euros iba yo hacer más.-reconoció.-Yo solo secuestrar.
-Será mejor que volvamos en otro momento.-hice el gesto de arrancar el coche.-Solo cuando lo tengas más previsto vendremos...
-¿Ahora o nada?-me interrogó.
-Nada.-negué enfadadisimo.-Y olvidate de cobrar nada más...
-No tu pagar a Bedri.-se remitió a si mismo en tercera persona.-Bedri no se niega hacer trabajo, eres tu quien no quiere.
Aquellas palabras me hicieron darme cuenta que no tenía alternativas, si quería llevar a cabo mi plan debía de someterme a la improvisación, fuera aparte que temía que el croata quisiese herirme con una navaja que llevase escondida en su mochila mientras conducía, por lo que me coloqué aquellas apretadas medias, que por cierto olían como si las hubiesen usado ya, y bajamos del coche.
Saltamos el muro que lindaba con la calle con el resultado de un esguince en mi tobillo. Tuve que morderme el labio por no gritar, no era plan de delatar nuestra presencia.
Entramos tras romper un cristal de la puerta trasera del chalet, si aquello no había llamado ya la atención de sus habitantes debía de ser porque no había nadie en casa como resultó ser. Tuvimos que pasarnos dos horas y cuarto a la espera de que alguien llegase. Nos escondimos en el garaje pues por ahí debía de entrar, pasando un tedio horrible, pues nunca he sido una persona especialmente paciente.
Una vez que nuestra victima llegó solo en su impresionante coche de la marca Mercedes, lo asaltamos no sin cierta dificultad, pues aquel hombre tenía bastante agilidad, pues logró golpear a Bedri repeliendo su embestida, pues este en lugar de atacarlo de improviso por la espalda, se las dio de muy macho, atacándolo de frente. Menos mal, que mi mente actuó con rapidez; no dudé en agarrar una linterna de una estantería cerca para estamparsela en la cabeza.
El siguiente inconviente era salir con el testaferro hasta mi coche sin levantar sospecha, pero lo consideré arriesgado, aún así creo que también resultó arriesgado dejar mi coche cerca del chalet, un policia con un mínimo de ingenio podía enlazar cabos, pero en ese momento no lo tuve en cuenta, por lo que en el mismo Mercedes trasladamos al hombre hasta la casa rural.
Tuve que pedir disculpa al dueño de la casa, pues en un principio me esperaban para dos horas antes, sin embargo no hubo reparos para entregarme las llaves, evidentemente el pago estaba realizado con bastante tiempo con un extra que había ingresado de más en la cuenta de aquel señor. Solo cuando supe que aquel señor no podía vigilar la casa, volví hasta el coche donde me esperaba Bedri con nuestro hombre maniatado en el maletero. A partir de las una y media de la mañana podíamos decir que estabamos asentado en el lugar...
...Os tendré que dejar de momento, pues parece que a vuelto a despertar tras la paliza que le dimos, y ahora parece dispuesto a hablar...

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